La nueva generación de #Comploters visita su primer entorno profesional y nuestro alumno Manu Pasqualetti nos cuenta cómo fue dar un paseo por el Canòdromo de Barcelona, convertido actualmente en parque de investigación creativa y sede de Península, una empresa de innovación corporativa basada en la gestión de startups
Muchos nuevos emprendimientos de Barcelona vienen aquí a realizar sus proyectos, impulsados por el entorno creativo y el networking que se respira en sus instalaciones, pero también por el apoyo que brinda Península para conectar startups con corporaciones.
Susana Ezquerro, Community Builder y comunicadora interna, nos recibió en el hall del edificio, un espacio abierto y luminoso desde donde nos acompañó a recorrer las dos plantas enseñándonos la distribución de los equipos en diferentes espacios. Encontramos algunas salas dedicadas completamente a videojuegos, salas de silencio o salas donde se realizan técnicas de Design Thinking o Lean Startup, siempre destacando la importancia de un entorno dinámico: mesas plegables con ruedas, pizarras con post-its, una enorme terraza con sillas, mesas y enchufes, y hasta esas tremendas pelotas de gimnasia que algunos usan para sentarse en el escritorio a trabajar. Allí confían tanto en que la comodidad y el bienestar son sinónimos de creatividad, que incluso hacen sesiones de yoga y pilates en las oficinas.
Al final del recorrido nos estaba esperando en la sala de conferencias Alberto Ordieres, COO (Chief Operating Officer o Jefe de Operaciones) de Península, quien nos explicó todo lo que hace la empresa para conseguir ese match entre corporaciones y startups que puede venir de cualquiera de los dos lados, ya sea descubriendo emprendimientos con el Startup Radar, o creándolos a partir de las necesidades de una compañía con el sistema de “Venture Building”.
Pero no queda ahí, a través de Auditorías Técnicas seleccionan las Startups más capaces de solucionar determinados problemas y luego, con programas de incubación y aceleración les dan soporte, capacitación y supervisión para disminuir el riesgo y prepararlas para una prueba piloto.
Al final, las corporaciones acaban con un equipo capaz de implementar soluciones innovadoras en su negocio y las startups, viendo sus proyectos materializados, funcionando con su primer cliente y listas para seguir desarrollándose en el mundo de la emprendeduría.
Así que Alberto nos lo dejó claro: en el Canòdromo ya no corren perros, pero la velocidad sigue siendo el atributo por el que más apuestan allí dentro, porque ahora en este "startup-ódromo" de innovación y nuevas tecnologías, ya no es el pez grande el que se come al pequeño, sino el pez rápido el que se come al lento.
Creo que esta visita nos ha enseñado que, incluso todas esas ideas que nosotr_s mismos hemos tenido en las clases de Complot Barcelona, pueden tener una oportunidad apoyándose en equipos como los de Península, que con el networking, las metodologías de trabajo, el entrenamiento y los espacios pensados para esto, llegan a crear ese puente para que una idea pueda llegar a hacerse lo más real posible, o al menos a su primer cliente.