Procrastinar sí, pero no así

¿Qué pasaría si te dijéramos que en vez de dejar de procrastinar, podrías hacerlo más y usarlo a tu favor?

Retrato de Elliott Erwitt
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Hay un tesoro escondido en la procrastinación, del cual puede que no te hayas dado cuenta pero que hoy te desvelaremos, por si te estás sintiendo mal por posponer tus obligaciones y voltees los papeles de una vez por todas.

¿Te ha pasado que tienes que entregar un proyecto, la fecha se acerca, el tiempo pasa y no logras ponerte a trabajar? Sin importar cuánta presión haya, no logras sentarte a trabajar.

Bob Esponja llorando.

De repente ordenar el cuarto, lavar la cocina o arreglar la mesa que lleva dañada meses, se convierten en los planes más divertidos; cualquier cosa es un mejor plan.

De repente ordenar el cuarto, lavar la cocina o arreglar la mesa que lleva dañada meses, se convierten en los planes más divertidos; cualquier cosa es un mejor plan.

Bob Esponja sentado sin hacer nada.

Luego entras a Google en búsqueda de ayuda, pero todo te dice “deja la pereza, ten fuerza mental, disciplina tu mente, construye hábitos para siempre” y apenas lees eso te dan ganas de dejarlo para mañana. ¿Verdad?

Bob Esponja escribiendo.
Símbolo de flecha.

Pues, tenemos una mejor propuesta: Deja de tratar de cambiar.

¿Suena bien? ¿Verdad? Pero para ponernos en acción, primero hay que entender de dónde viene la procrastinación y ponerla a trabajar a tu favor. Bien dicen que: “si no puedes contra tu enemigo, únete a él”.

Hombre de espaldas

La procrastinación es el monstruo que te persigue y no te deja hacer lo que tienes que hacer, el monito que distrae al “yo” racional, que es el que hace lo que se supone deberías hacer.

Pero esto no es nuevo, Platón y Aristóteles ya habían hablado de esto como la Akrasia: la falta de mando sobre sí mismo, o mejor dicho:

El estado mental dónde sabes qué es lo mejor para ti y sin embargo, por falta de voluntad, actúas completamente en contra.

Quizás, te pueda hacer sentir mejor, saber qué famos_s eran igual (o más) procrastinador_s que tú, entre estos están:

Foto del Dalai Lama.

A pesar de ser la voz del pueblo tibetano, el Dalai Lama no siempre estuvo tan motivado para ir a trabajar, y en sus días de estudiante, se informó que era bastante flojo. Incluso se ha dicho a sí mismo que solo cuando las cosas se pongan realmente difíciles comenzará a poner el trabajo en sus estudios, dejando todo hasta el último minuto. Pero desde entonces aprendió su lección y usó su experiencia para motivar a otros.

Foto de Bill Clinton.

Ser el presidente no pareció ser suficiente para que Clinton se pusiera en marcha por la mañana, lo que llevó a la revista Time a publicar un artículo sobre su aparente pereza en 1994, mientras estaba en el poder.

Foto de Franz Kafka.

El escritor pasó de su trabajo diario, pero cuando se le dio un nuevo puesto con menos horas, las cosas no parecieron cambiar mucho. Resultó que la mayor parte del día hizo la siesta, y comenzaría a escribir a las 11 de la noche, después de haber tenido un día completo dedicado a otras actividades.

Foto de Leonardo da Vinci.

Su muy elogiada Mona Lisa tardó 16 años en completarse, y la Virgen de las Rocas, aún más grande, estuvo lista después de 13 años. Da Vinci era tan famoso por su dilatación de trabajo, que su benefactor tuvo que amenazarlo con la bancarrota para inspirarlo a terminar un trabajo por encargo. Incluso ahora, muchas de las piezas que conocemos y amamos permanecen sin terminar, todo gracias a la incapacidad de Da Vinci para concentrarse.

Flecha.

Ahora que ya conoces cómo funciona y que a tod_s les pasa, incluso a l_s más éxitos_s, la idea es que pongas a trabajar algo que se llama procrastinación estructurada, que no es otra cosa que:

Procrastinar pero hacerlo bien.

Esta es una idea brillante de un filósofo de Stanford llamado John Perry, quien la encontró cuando se estaba sintiendo mal por perder el tiempo (muy de procrastinador_s) y por estar aplazando tareas.

Tres hombres bajo la lluvia.

Pero, a diferencia de las anteriores veces, dejó de lamentarse y se dio cuenta de que, de hecho, él era una persona muy productiva: se encargaba de sus hijos, hacía oficios, trabajaba.

Así que pensó que si le iba tan bien, quizás era por ser procrastinador, y se puso a escribir un ensayo analizando su propio comportamiento y encontró este sencillo método:

Cómo funciona.
  • Escribe una lista con las cosas que tienes que hacer más importantes en la parte de arriba, pero llénala también de cosas que no son tan disfrutables, ni son tan urgentes, pero igual son productivas.
Lápiz y papel.
  • Cuando llegue la hora de procrastinar en vez de ponerte a ver Netflix o Tik-Tok, a mirar el infinito o a sentirte mal contigo mismo por estar procrastinando y no poder salirte de Youtube, lo que vas a hacer es tomar la lista y hacer una de esas cosas no tan urgentes y reemplazar esa tarea que estás posponiendo urgente, por una de las otras. Por ejemplo, en vez de intentar sacar la tesis, sal a correr, o ponte a aprender a cocinar, o pasar tiempo con tu familia, o aprender un programa de edición para tu contenido.
Monigote leyendo con un perro al lado.
  • Esas son las cosas productivas que logran que tú puedas aplazar lo que tenías que hacer (que de igual forma lo harás, porque lo tienes que entregar), pero entre tanto, lograste hacer una cantidad de cosas que en realidad construyen y te aportan valor.
Monigote acariciando un perro.

Así que nuestra invitación es que:

Dejes de sentirte culpable y pienses que, si estás paseando a tu perro, construyendo relaciones con personas, igual ya estás siendo productivo.

Entonces en vez de darle pie a los sentimientos negativos, disfruta ese momento, estate en el presente, hazlo bien, y quédate con la tranquilidad de estar haciendo algo que le aporta a tu vida.

AH, y si quieres procrastinar (más), te dejamos este capítulo que nos encanta, donde Bob Esponja sufre uno de esos lapsos de procrastinación por los que tod_s pasamos (ya ves que somos iguales a ti y andamos viendo cartoons en nuestro tiempo de trabajo).

¿Te ha servido de algo este mail?

Es ideal para ayudarte a procrastinar en algo productivo, leyéndonos, por ejemplo.

*Una moneda por cada vez que dijimos procrastinar en este mail.

Referencias de las imágenes

  1. Retrato de Elliott Erwitt /Magnum Photos
  2. Small World de Martin Parr
  3. Burt Glinn 1964

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